INTRODUCCIÓN “DIGNIDAD HUMANA, CONCEPTO PROBLEMÁTICO”
El concepto de "dignidad", y más específicamente el de "dignidad humana" es uno de los más empleados en nuestra época. Se lo encuentra en textos académicos, propedéuticos y científicos, pero también en leyes, constituciones políticas y acuerdos internacionales. Luce además en artículos periodísticos, discursos de campaña y hasta en el habla cotidiana. Sin embargo, lejos estamos de tener un consenso, siquiera mínimo, alrededor de varios de los aspectos que le conciernen. Ante todo, no hay acuerdo acerca de qué es lo que la palabra “dignidad” significa. No solamente es discutible y discutido el concepto mismo de “dignidad”, que es extremadamente escurridizo, sino además se debate alrededor de sus alcances y de su ontología. ¿Es la “dignidad” el objeto de un derecho esencial -importantísimo, quizás el principal- o es la base de la que se desprenden todos ellos, la fuente de la que mana cada una de las prerrogativas existenciales de la persona? Esta segunda alternativa es la que ha defendido, desde sus importantísimos trabajos, el jurista rosarino, Doctor de la Universidad de Buenos Aires, hoy investigador de la Universidad de Zurich, Roberto Andorno, figura central de esta jornada. Atención con el concepto de "dignidad". E muy simpático, pero ha sido empleado, por la vía de la calificación de la vida como "digna" o "indigna", para preconizar el exterminio libre de aquellas personas que tuvieran esta última. Es lo que propusieron el destacado penalista Karl Binding y el reconocido psiquiatra Alfred Hoche, ambos alemanes (y el segundo luego simpatizante del nazismo) en su tristemente célebre libro de 1920 El permiso para el exterminio de las vidas que no merecen ser vividas: su extensión y forma. Esta obra influyó mucho en Adolf Hitler a la hora de escribir Mi lucha. Más tarde, ya bien avanzada la década siguiente, incidió en los programas de homicidio planificado de personas enfermas (sobre todo psíquicamente), característicamente el infame “T4”. Por su parte, el Premio Nobel de Medicina francés Alexis Carrel, reconocía la huella de Binding y Hoche en su libro El hombre, ese desconocido, donde sugirió, en 1935, una alternativa llamada a tener gran éxito: las cámaras de gas.
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